No vamos a descubrir ahora el poder de la música, cuando ya las antiguas civilizaciones sabían de sus cualidades. Los egipcios ya la utilizaban en sus curaciones y ritos. Y posteriormente, en la Antigua Grecia, era considerada el alma de la polis. Tanto era así, que se inventaron cuatro modos o escalas, y según la escala en la que fueran tocados los instrumentos, los estados anímicos de las personas variaban de altivos o reales a melancólicos o serenos.
Este fenómeno fue nombrado por Aristóteles como “La Teoría del Ethos”.
A día de hoy , en el S.XXI, la música no ha perdido ni un ápice de ese poder. Continúa conectando con el mundo de las emociones, con el alma, con los sentimientos y es capaz de influir en nuestra personalidad de una forma que, en muchas ocasiones, ni nosotros mismos nos explicamos.

¿ Y cómo nos expresamos ante ese fenómeno en educación especial? Pues muy sencillo. Como cada uno puede: con el cuerpo, con la mirada, con una sonrisa, con un leve gesto, con la voz, con la respiración… Lo importante es sentir esa influencia de la música en nosotros y poder exteriorizarlo, poder expresarlo. Da igual cómo.
Aquí os dejo un vídeo de Gloria como un gran ejemplo de expresar y exteriorizar ante algo que te llega, conecta contigo, con tu sensibilidad y no lo puedes dejar pasar. Tienes que reaccionar. ¡Esto sí es belleza griega!
Qué gran suerte tener un momento así guardado en tu memoria y en tu experiencia... y qué grande debe de ser sentir que puedes provocar una reacción tan maravillosa y estar presente para disfrutarla... y cuantos "músicos y artistas" envidiaran la sensibildad de Gloria y esa hipercapacidad tan especial que convierte una mañana de trabajo en poesía y sin querer... tan solo estando ahí... para sentir y para emocionar.
ResponderEliminarDe ahí que yo no lo pudiera dejar pasar y tenga la necesidad de expresar y exteriorizar que esto, por encima de todo canon... es verdadera belleza.